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Hay pisos que huelen a verano. Y este, en plena calle Vilamar de Calafell, es uno de ellos. Un primer piso sin ascensor, en segunda línea de mar, donde la luz del sur entra sin pedir permiso y la vida pasa a ritmo pausado entre terrazas, tiendas y conversaciones que se cuelan por el balcón. Desde el recibidor, el piso se despliega hacia ambos lados. A la derecha, mirando al sur, una cocina práctica y luminosa con ventana a un patio interior lleno de posibilidades. Justo después, el comedor, amplio y acogedor, con salida directa al balcón que da a la calle peatonal más viva del pueblo. Un rincón perfecto para sentarte a ver la vida pasar, sin ruidos de tráfico, solo el murmullo amable del centro. Frente a la entrada, una puerta da acceso al patio interior. Aquí, el ritmo cambia. Hay calma, hay intimidad. Es el espacio donde respirar, desayunar al sol o improvisar un rincón verde. Desde la cocina y desde el dormitorio principal se asoman también a este patio, creando un ambiente fresco y ventilado. A la izquierda, se abre la zona de descanso: tres habitaciones y un baño completo. Una de esas habitaciones, la más pequeña, es perfecta para despacho, estudio o incluso zona de lectura y tiene una sorpresa: desde ahí accedes a un pequeño anexo con dos espacios más, separados por un tabique. Hoy son dos estancias extra, mañana podrían ser una gran sala de juegos, un estudio, una zona de trabajo? lo que tú imagines. El piso está en buen estado, con la distribución perfecta para quien busca espacio, comodidad y ubicación. Porque vivir aquí es tenerlo todo a mano: la playa, los comercios, el paseo, la estación? Y además, vivirlo con esa esencia de pueblo costero que no se fabrica, solo se hereda. Este no es un piso cualquiera. Es ese lugar donde cada estancia tiene su historia, y donde aún queda espacio para muchas más.